Lo confieso, soy mujer y me pongo nerviosa cada vez que tengo que ir a pasar la ITV. Y no es porque mi coche esté muy viejo y piense que pueden echarlo atrás en la revisión. Al contrario, mi coche es relativamente nuevo, tiene pocos kilómetros y lo cuido como a la niña de mis ojos.
Cada pocos meses lo llevo al taller y le digo a mi mecánico de confianza lo mismo que a mi peluquera cuándo acudo a peinarme “tú ya sabes lo que hay que hacer”. Y es que la verdad, a parte de algún pequeño problema normal de desgaste, mi coche está como una rosa.
Sin embargo, me toca ir a pasar la ITV y parece que todos los nervios se me acumulan en el estómago y acudo a la estación con la misma cara con la que voy al dentista. Una mezcla de miedo, de ansiedad y de que acabe ya por favor…
No soy un caso único
No me ha sorprendido descubrir que no soy un caso único. Pero me ha fastidiado ver las exageraciones que circulan por Internet con videos en los que pobre y aterradas señoras meten directamente el coche en el foso con peligro para la máquina, sus tripulantes y los pobres mecánicos que deben de revisar sus vehículos.
Sin embargo reconozco que siendo una conductora aceptable me vuelvo torpe nada más entrar en la nave dónde tienen que revisar mi vehículo. Tengo que pensar dos veces qué son las luces de cruce y mi corazón se acelera al mismo ritmo que las revoluciones del motor cuándo me mandan acelerar.
Y eso que hasta ahora tengo que agradecer que siempre he tenido la suerte de dar con personal amable y comprensivo a quienes no les ha importado si he tardado un poco en encontrar alguna palanca, sobre todo en la primera revisión a la que reconozco que fui totalmente “atacada”.
La espera por los papeles, el peor momento
Cuándo por fin has pasado por todas las pruebas, al menos en mi caso nunca me han dicho si todo ha ido bien o mal y yo jamás me he atrevido a preguntarlo. Así que tras sudar para realizar todos los pasos que me habían pedido, me toca esperar en el coche un rato mientras me traen los papeles y descubro si por fin he superado o no la prueba.
Cuándo veo venir al hombre con los folios doblados y la pegatina en la mano siento como si me quitaran de encima todo el peso del mundo. Por fin suelto el aire, respiro con normalidad…y me alejo hasta dentro de dos años.