Hace tiempo que venimos señalando desde esta web cualquiera de las posibles alternativas al petróleo como materia prima para el combustible de los vehículos. El biodiesel, la energía eléctrica… son algunos de los frentes en los que se intenta avanzar para que la industria de la automoción tenga futuro con las existencias de crudo agotadas. Pero es posible que exista la posibilidad de una fuente inacabable de petróleo, y ello pasa por el desarrollo artificial del origen del oro negro: las microalgas.
Gracias a un excelente reportaje publicado este fin de semana en la revista XL Semanal (el magazine de los domingos del periódico ABC), sabemos un poco más acerca del proceso de aceleración de obtención de petróleo que se está llevando en varios centros de desarrollo en todo el mundo. Se trata en resumidas cuentas de imitar el ciclo natural de generación del crudo pero en un plazo infinitamente más corto. Las microalgas (generadas en laboratorio) cumplen la función del zooplancton y las algas en el medio natural, las cuales darán lugar mediante su fosilización y su transformación química a los hidrocarburos. En realidad ésta es la parte más complicada del proceso, ya que, según los científicos, una vez que se haya cumplido dicho proceso de aceleración la obtención del “nuevo” petróleo es sencilla.
España cuenta con una de esas plantas, cuya ubicación exacta es San Vicente del Raspeig, en la provincia de Alicante. Su trabajo depende de la sociedad Bio Fuel Sistems, financiada con capital español, francés e italiano, y dado que la Universidad de Alicante es una de las principales entidades colaboradoras se ha decidido situar la planta en esa región. Sin embargo, una de las principales dificultades que presenta es su elevado coste (el gobierno debería financiar buena parte de las investigaciones), así como la duda que existe sobre si es realmente posible la generación masiva de microalgas.
De cualquier modo, no sólo se trataría de crear un producto de iguales características que el petróleo, sino que estamos hablando de una energía capaz de mostrarse como una alternativa a las centrales nucleares, además de suponer una reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera dado que sus emisiones son aprovechadas por los biorreactores para generar energía. Una nueva posibilidad en el horizonte y una más preocupada por el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Roberto García