En España es obligatorio que los vehículos estén provistos de claxon, de hecho es motivo de penalización en la ITV si no te funciona. Sin embargo existe una norma que o bien no conocemos muy bien en este país o estamos ignorando de forma alarmante.
En el artículo 110 del Reglamento General de la Circulación se habla sobre el uso del claxon en estos términos “Excepcionalmente o cuando así lo prevea alguna norma de la legislación sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, podrán emplearse señales acústicas de sonido no estridente, y queda prohibido su uso inmotivado o exagerado.”
La clave, claro está, es “excepcionalmente”, algo que no va con la mayoría de las personas que se ponen al volante de un vehículo.
Nada de usarlo para saludar o de forma insistente
Hay personas que utilizan el claxon para todo, si se encuentran con un amigo lo hacen sonar para saludar, si el conductor de delante tarda más de una décima de segundo en pisar el acelerador cuándo el semáforo se pone en verde, también lo accionan y por supuesto lo hacen para celebrar que su equipo de fútbol acaba de marcar un gol, no sea que alguien en la ciudad no se haya enterado.
Y esto sucede independientemente de la zona dónde se encuentren, sin respetar siquiera lo más básico como puede ser un hospital o una residencia de enfermos. A causa de estos comportamientos, la contaminación acústica de nuestras ciudades aumenta considerablemente y a veces puede hacerse insoportable.
Los atascos no se solucionan pitando
Y es que hay personas que parecen descargar su frustración contra este dispositivo como si el hecho de pitar sin control fuera a contribuir en algo a aliviar un atasco o pudiera lograr que un coche averiado comenzara a funcionar de modo milagroso. Lo cierto es que con eso tan solo se logra poner más nerviosos al resto de los conductores y generar aun más estrés agravando en ocasiones el problema inicial y pudiendo incluso ser causa de accidentes.
Pero por si todos estos argumentos no convencen a los amantes de la “claxonmanía” deberían de saber que al ser algo expresamente prohibido, su uso exagerado o fuera de lugar puede ser motivo de sanción económica. Y a juzgar por lo que oímos todos los días en nuestras calles, deberían de aplicarse más a menudo en beneficio de todos los que estamos hartos de tantos ruidos innecesarios y molestos que invaden las ciudades.