Menos humos en la ITV

El control de humos, llamado técnicamente control de opacidad, suele ser lo primerito que nos miran cuando pasamos (o intentamos pasar) la ITV. Para muchos no supone un problema, pero si nuestro vehículo tiene ya bastantes años y especialmente si es un diesel, pasar esta prueba puede ser más peliagudo de lo que parece.

¿En qué consiste exactamente la prueba? Consiste en analizar si tu vehículo es demasiado contaminante, de acuerdo con criterios como la antigüedad del vehículo o el tipo de motor. Se realiza mediante una manguera-lector embocada frente a tu tubo de escape. Ha de hacerse en lo que se llama “aceleración libre”, es decir, acelerando de forma rápida y continuada. A fondo, vamos. Si no la pasas en tres oportunidades, ¡pam!, pillado.

humos

Si esto es lo que ves al arracar el coche, preocúpate…

Aunque también se llama normalmente a esta prueba “control de gases”, el término no podría ser más inexacto para los vehículos diesel. Aquí no se controla el gas exhalado, sino la opacidad del humo emitido, o sea, literalmente, si es muy transparente o poco transparente. Así, podemos estar contaminando lo que no está escrito, siempre y cuando no tengamos catalizador y el humo sea transparente… Paradojas del sistema…

Un humo excesivo suele deberse a una mala mezcla en la combustión

El problema de los humos suele deberse a una mala combustión, es decir, un exceso o un defecto de aire o combustible en la mezcla. Sin entrar en tecnicismos acerca de la legislación y el coeficiente lambda, quedémonos con la idea de que los vehículos diesel sobrealimentados matriculados antes de 2008 no deben pasar de 3.0 m-1; aquellos sin turbo de la misma época, de 2.5 m-1; y los más nuevos, máximo 1.5 m-1.

¿Qué ocurre si no pasamos la prueba? Bueno, para los vehículos modernos, el catalizador suele ser la clave del asunto; y si no es así, podemos solucionar el problema cambiando otras piezas como el filtro de partículas o la sonda. Para los diesel atmosféricos, o sea, entrados en años, nos quedan las pruebas típicas. Revisar o cambiar los filtros de aire y gasoil, los inyectores… Y rezar.

¿Truquillos? Parece ser que darle unos buenos acelerones antes de ir a la prueba, o mejor aún realizar unos cuantos kilómetros por carretera con altas revoluciones es mano de santo para los casos leves. Todos hemos oído hablar de otros “sistemas” (como añadir un poquito de gasolina a la mezcla, algún producto milagroso, dar unos martillazos al escape o incluso lavarlo con agua). Mejor, compruébalo antes en un taller que tenga medidor de humos…

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