Y empieza ya a ser costumbre encontrarnos al menos una vez al mes en la prensa una noticia sobre falsificaciones de ITVs o cualquier otro tipo de fraudes referentes a las inspecciones técnicas de nuestros vehículos. Aunque en este caso, la magnitud del caso hace que estemos ante un fraude muy importante.
Un total de cuarenta y siete personas detenidas y más de setenta imputados es el balance de una operación dela Divisiónde Tráfico de los Mossos d´Esquadra que se inició a finales del 2011 y ha terminado con la desarticulación de dos grupos organizados en Tarragona y en Tordera.
Se calcula que han falsificado miles de ITVs
Fue precisamente a finales del año 2011 cuándola División de Tráfico comenzó a detectar varios vehículos con la ITV falsificada, imitando los sellos de las estaciones de Viladecans y Argentona. Esto les hizo sospechar que podía existir una red bien organizada que se estuviera dedicando a realizar dichos documentos falsos.
En un principio se detuvieron a doce personas, pero esto resultó ser solo la punta del iceberg de una organización que operaba de diferentes formas con una estructura piramidal muy marcada. El cabeza de la organización proporcionaba las pegatinas y los tampones y les decía cuánto debían de cobrar por las documentaciones. Estas personas conseguían a los clientes y se quedaban con un porcentaje de los cobros.
Dos negocios principales
Para conseguir los clientes actuaban de dos formas principalmente. Acudían a talleres de compra-venta de vehículos y se ofrecían para pasar la ITV a aquellos coches que lo tenían más complicado ya fuera por su edad, su mal estado o porque hubieran sufrido modificaciones significativas, “tuneados”, difíciles de legalizar. Pedían por ello cantidades que iban entre los 100 y los 200 euros por vehículo. Una vez contratados se llevaban el coche y entregaban la documentación falsificada, con los sellos y las rubricas falsos y con la correspondiente pegatina.
Otro de sus modos de actuar consistía en comprar a muy bajo precio vehículos que no pasaban la ITVy ponerlos a la venta a través de anuncios en prensa o Internet, o con carteles en el propio coche. Cuándo encontraban a alguien interesado les garantizaban que el vehículo estaba en perfecto estado y que se lo darían con la ITV pasada.
El comprador era casi siempre ignorante de que se estaba cometiendo un fraude y del peligro al que se estaba siendo sometiendo al conducir un turismo en esas condiciones.