Pasar la ITV: mucho más que una cuestión de ley

Las cifras de la DGT sobre vehículos que no han pasado la ITV ponen los pelos de punta. Alrededor de un millón y medio de conductores de nuestro país circulan sin el visto bueno legal que certifique la óptima condición de nuestro vehículo. En términos porcentuales, estamos hablando de más del 12% de los turismos. Las motocicletas rondan este mismo porcentaje, mientras que las furgonetas lo doblan.

Sin embargo, irse de rositas es cada vez más difícil. La DGT está poniendo coto, cada año con más persistencia, a la indeseable práctica de saltarse la inspección. Las nuevas tecnologías permiten una mayor coordinación entre las bases de datos de la DGT y de la ITV, y por supuesto un inmediato acceso a toda esta información por parte de las autoridades.

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En consecuencia, las multas por circular sin la ITV no dejan de subir de precio. El importe a abonar aumenta con tanta rapidez que probablemente cuando uno se disponga a pagar los 200 euros actuales, la cifra haya vuelto a subir. Muchos dirán que tras tanto control y tanto sablazo económico tan solo se halla el afán recaudatorio, pero lo cierto es que la seguridad vial manda. Malos tiempos para la picaresca al volante.

Más que una multa

Además del temido papelito por habernos saltado la ley, si nos pillan sin la ITV tendremos que afrontar otras consecuencias inevitables. En primer lugar, nos jugaremos la retirada del carnet de conducir y la inhabilitación del vehículo. Además, tendremos que ir inmediatamente a pasar la ITV, con lo que la treta nos habrá valido de poco.

Gran parte de los vehículos que carecen del permiso para circular no están en condiciones de pasar el test. Les pesan los años. Su hipotética puesta a punto conllevaría un elevado gasto económico. Por ello, muchos conductores aún renuncian a cumplir la ley. Puestos a desembolsar dinero, se dicen, mejor arriesgarse a que no nos pillen. Si nos multan, pues mala suerte. De todos modos, hubiéramos tenido que pagar.

No solo por ley

La ITV es mucho más que una obligación legal de todo conductor. Tiene consecuencias prácticas. Pasar o no el examen implica disponer o no de un vehículo de conducción fiable, que avale nuestra seguridad al volante y la del resto de usuarios y transeúntes. La protección vial implica que nuestro coche se halle en condiciones de circular. Lo contrario es ceder terreno a la posibilidad de accidente.

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