El otro día iba oyendo la radio, precisamente cuando estaba conduciendo, y me sorprendió la noticia de que la Dirección General de Tráfico va enviar una carta a los propietarios de vehículos de más de diez años de antigüedad para informarles de que los coches más antiguos suponen un peligro mayor tanto para sus conductores como para los demás usuarios de la vía pública.
Las furibundas respuestas de los oyentes no se hicieron esperar, y debo decir que en líneas generales yo estaba de acuerdo con ellos. Aparte de que pueda ser discutible si el peligro lo entraña el vehículo o el conductor, es una obviedad que los vehículos más viejos están, siempre en líneas generales, en peores condiciones que los más nuevos. Las cartitas de marras son un gesto vacío y un gasto superfluo.
En España la media de edad de nuestros vehículos es de 12’5 años, y más de la mitad del parque automovilístico ya ha cumplido los diez años. Se enviarán trece millones de cartas, en las que se indicarán los datos técnicos del vehículo (número de bastidor, emisiones de CO2, kilometraje, datos del conductor habitual…) y se insistirá en la peligrosidad de los vehículos entrados en años.
Si por lo menos acompañaran la carta con un detallito…
La gente (cabreada en su mayoría) que llamaba a la radio para dar su opinión señalaba muy acertadamente que para todo eso ya están las inspecciones de la ITV; que si no tienen nada mejor que hacer que mandar cartitas; y que se huele a la legua que es un gesto desesperado (y bastante agorero, debo añadir) para renovar el parque móvil español.
La DGT ya nos sorprendió hace poco con la nueva posibilidad de detectar, a través de la red de radares, los vehículos que circulan sin ITV por nuestras carreteras. Unido a lo que venimos comentando sobre las cartas y la posible liberalización de la ITV para que los concesionarios puedan hacerla, todo apunta en una dirección: hay que recaudar y echar una mano a nuestra vieja amiga, la industria automovilística.
Siento decir que a mí la industria automovilística no me da pena ninguna, y que mejor haría nuestro gobierno controlando más sus ganancias y sus mecanismos de despido. Y que si van a mandar cartas, ya no digo que las acompañen de una cesta de navidad (en estas fechas tan entrañables); pero por lo menos un pino ambientador sí podían meter en el sobre…