Ricardo Maldonado, que fue Jefe de Industria en Melilla, ha sido condenado a tres años de prisión y cuatro años de inhabilitación especial por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Málaga, que tiene su sede en Melilla. El motivo de la condena es que han encontrado que se ha probado a lo largo del juicio que el señor Maldonado es culpable de un delito continuado de cohecho pasivo y de otro delito continuado de falsedad en documentos oficiales.
Entre 1999 y mayo del 2003 Ricardo Maldonado pasó de modo fraudulento la ITV a más de 5.000 vehículos, pertenecientes a unas 350 empresas diferentes de camiones y remolques que no tenían su sede en Melilla. Por cada uno de estos procedimientos ilegales que realizaba sin ver siquiera el vehículo cobraba la cantidad de 60 euros.
Se fue relajando al ver que no lo pillaban
Una vez que cometió sus primeras actividades fraudulentas y viendo que no eran detectadas comenzó a actuar cada vez con más ligereza, firmando inspecciones oculares a vehículos que no tenía delante y que incluso no estaban siquiera en Melilla. Poco a poco cogió confianza y llegó a ofrecerse a numerosas empresas de transportes a las que tenía acceso en razón de su trabajo, para amañarla ITVa cambio, claro está de una tarifa por “las molestias”.
Finalmente realizaba ya este fraude como un trámite más, sin ningún tipo de problema o de disimulo. Se ayudaba para esto de un guardia civil, actualmente ex guardia civil, que estaba destinado en el Puerto de Málaga y que también se lucró con la actividad, aunque con 30.000 euros, mientras que Maldonado se calcula que pudo ingresarse 265.000.
La sentencia no es firme
El caso fue juzgado por un tribunal popular. La sentencia no es firme y se puede apelar. No obstante los hechos están avalados por la investigación que llevaron a cabo miembros del cuerpo Judicial dela GuardiaCivil.
Este caso se une a todos los que últimamente salpican los periódicos en relación con las ITV y que nos hacen pensar que realmente no hay tanto control como nos hacen creer y que la corrupción llega incluso a cargos altos de la administración pública. Y es que como rezaba la célebre frase de las Sátiras del Juvenal, ¿quién vigilará a los vigilantes?