Todos los fabricantes de automóviles llevan tiempo buscando alternativas al petróleo dada su escasez y su cada vez más elevado costo. A día de hoy, parece que es el motor eléctrico aquel en el que más se están volcando las principales marcas del sector. Sin embargo, en el horizonte (y no muy lejano) aparece una nueva opción, impulsada sobre todo desde Japón: el hidrógeno.
Hasta trece importantes empresas niponas (entre otras Nissan y Toyota, así como otras muchas dedicadas al petróleo, gas…) intentarán llevar a buen puerto el proyecto de potenciar la pila de hidrógeno como principal combustible para los vehículos del país asiático en el año 2015. Incluso el gobierno de dicho país se compromete a aportar un porcentaje del costo de infraestructuras etc. de los primeros años, y el objetivo es contar con al menos un centenar de estaciones de recarga en las áreas metropolitanas más importantes para la citada fecha.
Si tenemos en cuenta la entidad de las empresas involucradas en su desarrollo podemos afirmar que se trata de una alternativa verdaderamente a tener en cuenta, y lo cierto es que hace unos pocos días hemos asistido en España a la presentación de un vehículo impulsado por hidrógeno. Su autonomía, de aproximadamente quinientos kilómetros, es superior a la que actualmente ofrecen los coches eléctricos (los que ahora mismo están en el mercado no pueden recorrer más de doscientos kilómetros), y la velocidad máxima es también superior. El coste de “llenar” el depósito de uno de estos vehículos ronda los cuarenta euros, más caro que recargar una batería eléctrica pero sensiblemente más barato que lo que hoy en día nos suponen sesenta litros de gasolina.
Actualmente sólo Japón y EE.UU. cuentan con estaciones para recargas de este elemento, y no sabemos cómo se valorará el proyecto en los países europeos o entre los otros fabricantes que ya se han lanzado al desarrollo del motor eléctrico. Pase lo que pase, lo único cierto es que todas las empresas del sector de la automoción están indagando en nuevas vías al petróleo, y que felizmente todas ellas buscan la reducción total de las emisiones contaminantes. Cada vez falta menos para conocer cómo serán los desplazamientos por carretera en el futuro.
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Roberto García